Vivar del Cid y el códice robado.
Vivar del Cid y el códice robado. CANTAR DE MIO CID. ANTOLOGÍA C A N TA R P R I M E RO ( D E L D E S T I E R RO ) L A S A L I DA D E V I VA R Con lágrimas en sus ojos, tan fuertemente llorando, la cabeza atrás giraba y se quedaba mirándolos. Vio allí las puertas abiertas, sin cerrojos ni candados, las alcándaras vacías; no había pieles ni mantos, ni los pájaros halcones, ni los azores preciados. Y suspiró Mio Cid, que eran grandes sus cuidados. Y habló después Mio Cid, tan bien y tan mesurado: —¡Te doy las gracias, Señor, Padre que estás en lo alto! La causa de todo esto son mis enemigos malos. Y espolean los caballos y les aflojan las riendas. Cuando salen de Vivar la corneja vuela a diestra, pero a la entrada de Burgos se dirige hacia la izquierda. Mio Cid se encoge de hombros y sacude la cabeza: —¡No entristezcas, Alvar Fáñez, que si ahora nos destierran, más honrados a Castilla regresaremos de vuelta! Aunque no está documentado, la tradición dice que el Cid, Rodrigo Díaz de