Inquietud en el paraíso, Óscar Esquivias

 Al Purgatorio se llega por una

puerta que hay en la catedral de

Burgos.

Inquietud En El paraíso, de Oscar Esquivias



    En el año 1904, el arquitecto Saturnino Martín, diseñó esta preciosa puerta siguiendo la estética modernista que imperaba en su época. A través de esta puerta se accedía a la Sociedad de recreo, espacio que contaba con una amplia biblioteca, el Salón rojo y otros lugares donde la alta sociedad burgalesa se reunía para celebrar sus galas, puestas de largo, conciertos y otras efemérides.

    Es justo en este lugar, una tarde de verano de 1936, antes de que fuera ocupado por el Ministerio de Defensa Nacional, durante la Guerra Civil, donde los asistentes del libro de Óscar Esquivias, Inquietud en el paraíso, acuden a una sorprendente y alocada conferencia dada por Don Cosme Herrera, canónigo penitenciario de La Catedral. En esta charla afirma que el Purgatorio que Dante describe en su Divina Comedia no es, al contrario que el Infierno o el Paraíso, un género literario, sino que supone una especie de guía de viaje, una “crónica, relato exacto de la realidad”. Además tiene pruebas casi concluyentes de que existe una puerta para acceder a él dentro de la catedral de Burgos, junto a la tumba del arcediano Villegas, primer traductor de la Divina Comedia al castellano. Tras la conferencia propone montar una expedición liderada por él y formada tanto de civiles como de militares.

    El resto es una trepidante historia de aventuras que se entremezcla con la convulsa realidad de la ciudad, momentos previos al estallido de la Guerra Civil.

    Inspirada en la Divina Comedia de Dante, esta primera parte está dedicada al Paraíso, a ese paraíso que eran algunos ambientes de ciudades de provincias antes de la sublevación militar de Julio del 36, que dio comienzo a la guerra. En las otras dos novelas del Paraíso nos llevará al Purgatorio (La ciudad del Gran Rey) y de allí al Inferno (Viene la noche). La analogía de lo que les tocó vivir a los españoles en esa época.


Aunque sabía que no era lo más prudente (las últimas noches se habían enfrentado cuadrillas de las juventudes socialistas y fascistas que salían a las calles a armar jaleo y a desafiarse), tenía ganas de pasear y de estar solo. De momento apenas se había cruzado con nadie: casi todos los cafés y las cantinas habían cerrado antes de su hora, seguramente por el temor a los altercados que podían producirse cuando se difundiera la noticia del secuestro de Calvo Sotelo. Sólo las tascas más miserables estaban abiertas y allí permanecían algunos viejos alcoholizados y tristes, escuchando la música zarzuelera que sonaba en la radio. De más lejos llegaba el sonido de un piano flamenco y algún tosido cavernoso de un gitano que no se sabía si cantaba o se arrancaba flemas. Paisán caminaba deprisa, como si llegara tarde a algún lugar: esa era su costumbre, incluso cuando paseaba sólo para despejarse y poder vaciar la cabeza de todos los pensamientos y temores que le perturbaban.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA PRIMERA IMPRESIÓN DE UNA OBRA QUE QUITÓ A LOS PROTAGONISTAS DEL TÍTULO: LA CELESTINA