EL MISTERIO DE LA LAGUNA NEGRA (Soria)
EL MISTERIO DE LA LAGUNA NEGRA
Antonio Machado y La tierra de Alvar González
La tierra de Alvargonzález
II
III
IV
II
III
Campos de Castilla
de Antonio Machado Ed Catedra 2006
A medida que subes hacia la laguna negra de Urbión, el paisaje va cambiando. Se abandonan cárdenas roquedas para dejar paso a frondosos bosques de pinos y montañas majestuosas teñidas de nieve. Y es entonces cuando comiezas a comprender el misterio, todos los elementos mágicos y legendarios que rodean a esta laguna de la que dicen que sus aguas son negras porque es insondable, que no tiene fondo, que está poblada por seres monstruosos, que cualquiera que se atreva a violarla es objeto de una condena fulminante y voraz...
Así lo comprendió al poco de llegar don Antonio Machado a Soria como profesor de francés, cuando sus amigos del Círculo le organizaron una excursión a los montes de Covaleda al objeto de ver in situ esta laguna. No es extraño, pues, que en sus poemas aparezca luego la Laguna Negra con ese halo mágico y que la convierta en tumba eterna en La tierra de Alvargonzález, cuyo fragmento final acabamos de leer.
“La tierra de Alvargonzález” es un poema narrativo incluido en Campos de Castilla de Antonio Machado. La historia sigue la vida de Alvargonzález, un rico campesino con tres hijos. El hijo menor hereda su parte de la herencia y se va a América, mientras que los dos mayores se quedan cerca de su padre. Con el tiempo, los hermanos mayores asesinan a su padre y lo arrojan a la Laguna Negra, lo que desencadena una serie de desgracias en la familia. La madre también muere. La tierra se vuelve estéril, y los hermanos mayores se empobrecen.
El hijo menor regresa con riquezas de América y compra la tierra a sus hermanos. La tierra se vuelve fértil nuevamente, pero los hermanos mayores, representando los defectos de los campesinos castellanos según Machado, lo asesinan. El pueblo guarda silencio y se muestra cómplice con la injusticia. Finalmente, los asesinos mueren trágicamente en la misma laguna donde habían arrojado a su padre.
Esta leyenda, narrada en versos octosílabos con rima en asonante, refleja las críticas de Machado a los defectos humanos y sociales presentes en la sociedad rural castellana, como la envidia, la falsedad, la pereza, la codicia y el cainismo
Con el motivo del centenario del ascenso de Machado a la Laguna en 2010, el Patronato provincial de turismo de Soria inauguró una ruta que recorre las localidades por las que pasó el poeta y que le sirvieron de inspiración: Cidones, La Muedra, Vinuesa, Salduero, Covaleda, Duruelo de la Sierra, Castroviejo, Peñas Blancas, la Laguna Negra, Santa Inés para volver a Cidones y a Soria. Un precioso recorrido por una provincia que como su propio eslogan anuncia ¡Ni te la imaginas!
http://guiadesoria.es/patrimonio/rutas-culturales/923-ruta-machadiana-de-alvargonzalez.html
Pero el pobre Alvar González no es el único que yace aquí. Aunque hay muchas versiones del suicidio de doña Lambra, la causante de las desgracias de la leyenda de los Siete Infantes de Lara, (en una ocurre en la Torre de doña Lambra, en la muralla de Burgos; para otros fue en el Pozo Airón de Aldea del Pinar) . La versión más detallada cuenta que huyendo de Vilviestre fue hacia Salas de los Infantes. Allí, en un lugar que aún hoy en día se llama la Pata de Caballo, se desvió hacia la Sierra de la Demanda hasta llegar a la laguna Negra donde se ahogó.
Aquí os dejo con el terrible final del romance:
LOS ASESINOS
Juan y Martín, los mayores
de Alvargonzález, un día
pesada marcha emprendieron,
con el alba, Duero arriba.
La estrella de la mañana
en el alto azul ardía.
Se iba tiñendo de rosa
la espesa y blanca neblina
de los valles y barrancos,
y algunas nubes plomizas
a Urbión, donde el Duero nace,
como un turbante ponían.
Se acercaban a la fuente.
El agua clara corría
sonando cual si contara
una vieja historia dicha
mil veces, y que tuviera
mil veces que repetirla.
Agua que corre en el campo
dice en su monotonía:
«Yo sé el crimen. ¿No es un crimen,
cerca del agua, la vida?».
Al pasar los dos hermanos
relataba el agua limpia:
«A la vera de la fuente
Alvargonzález dormía».
II
-Anoche, cuando volvía
a casa -Juan a su hermano
dijo-, a la luz de la Luna,
era la huerta un milagro.
Lejos, entre los rosales,
divisé un hombre inclinado
hacia la tierra; brillaba
la hoz de plata en su mano.
Después irguióse y, volviendo
el rostro, dió algunos pasos
por el huerto, sin mirarme,
y a poco lo ví encorvado
otra vez sobre la tierra.
Tenía el cabello blanco.
La Luna llena brillaba,
y era la huerta un milagro.
III
Pasado habían el puerto
de Santa Inés, ya mediada
la tarde, una tarde triste
de Noviembre, fría y parda.
Hacia la Laguna Negra
silenciosos caminaban.
IV
Cuando la tarde caía,
entre las vetustas hayas
y los pinos centenarios,
un rojo sol se filtraba.
Era un paraje de bosque
y peñas aborrascadas;
aquí bocas que bostezan
o monstruos de fieras garras;
allí una informe joroba,
allá una grotesca panza;
torvos hocicos de fieras
y dentaduras melladas;
rocas y rocas, y troncos
y troncos, ramas y ramas.
En el hondón del barranco
la noche, el miedo y el agua.
V
Un lobo surgió; sus ojos
lucían como dos ascuas.
Era la noche, una noche
húmeda, obscura y cerrada.
Los dos hermanos quisieron
volver. La selva ululaba.
Cien ojos fieros ardían
en la selva, a sus espaldas.
VI
Llegaron los asesinos
hasta la Laguna Negra;
agua transparente y muda,
que enorme muro de piedra,
donde los buitres anidan
y el eco duerme, rodea;
agua clara donde beben
las águilas de la sierra,
donde el jabalí del monte
y el ciervo y el corzo abrevan;
agua pura y silenciosa,
que copia cosas eternas;
agua impasible, que guarda
en su seno las estrellas.
-¡Padre! -gritaron; al fondo
de la laguna serena
cayeron, y el eco, «¡Padre!»
repitió de peña en peña.
La tierra de Alvar González, A. Machado
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